
Lo sufrió más de lo que indica el resultado. Le costó más que ese 2 a 0 que puede dar sensación de triunfo claro. Lo peleó más de lo que lo terminó gozando. Pero lo ganó. Y lo ganó, cuando menos lo esperaba. En el arranque y en el final del ST. Como fuera, Boca se llevó esos tres puntos que tiene un valor que excede la forma. Porque lo necesitaba. Porque su gente se lo exigía. Y porque, al fin de cuentas, lo consiguió.
Esta victoria, además, tiene el valor de la dificultad. Porque a Boca el primer tiempo se le hizo cuesta arriba. A pesar de tener dos chances claras, una de Milton Giménez (el reemplazante del tocado Cavani) y otra de Merentiel, le costó. No encontró claridad, no encontró juego asociado, no encontró la forma de sacarse de encima la presión de su rival.
Y acá vale la aclaración; Independiente Rivadavia no fue el típico equipo que llegó a la Bombonera a refugiarse atrás. Si le complicó la vida, fue porque intentó jugar, porque se mostró dispuesto al golpe por golpe y porque esa presión la ejerció en defensa pero también en ataque, sobre la mismísima salida de Marchesín.
En ese marco, Boca peleó más de lo que jugó. Porque Velasco no lastimó y porque con el esquema de los tres volantes (arrancaron Belmonte, Rey Domenech y Alarcón y luego, con salida por lesión de Toto, se sumó Battaglia), al equipo le faltó generación.
Y entonces, el PT se fue evaporando sin que el equipo de Gago, con un nuevo esquema (4-3-1-2), le encontrara la vuelta al asunto. Eso sí, supo contener a un activo Sebastián Villa, que insinuó más de lo que concretó, silbado por la gente cada vez que la tocó en su regreso a la Bombonera.
Fue entonces en el segundo tiempo que todo cambió. En realidad, lo que se modificó esencialmente fue el resultado, por ese gol de Merentiel a los 5’, que tuvo el error de Centurión en primera instancia (se le escapa una pelota que tenía controlada) y la virtud de la Bestia de levantar la pelota y definir con el arco libre.
Con el 1 a 0 Boca encontró aire. Sobre todo, para aliviar la presión de su gente, que había despedido al equipo con algunos silbidos tras el PT. Pero ahí mismo no le alcanzó para sentirse más y mejor. De hecho, el encuentro siguió intenso y luchado, porque la Lepra no se rindió. Al punto que terminó convirtiendo a Marchesín en una de las figuras, con tres grandes atajadas, una ayudada por el travesaño tras un remate tremendo de Studer.
Lo que sí Boca encontró con la ventaja fue más espacios para la contra. Por eso, Gago puso a Zeballos por Velasco para explotar la velocidad del Changuito. Y la movida le salió perfecta: porque el santiagueño se convirtió en una verdadera pesadilla para el visitante y terminó por marcar el 2 a 0 con una gran definición. Mérito del DT y del delantero, al fin de cuentas, que terminó por destrabar un partido en el que el Xeneize sufrió más de lo esperado.
El 2 a 0 fue tranquilizador para el momento del partido (fue a los 38’ del ST) y también para la circunstancia general de Boca en el torneo, porque necesitaba levantar cabeza después de la derrota ante Racing. Así, con la Copa Libertadores a la vista en apenas una semana, logró uno de esos triunfos que valen más que tres puntos.
Fuente: OLÉ