
En el fútbol, el mediocampo es el cerebro del equipo, una zona crucial que atraviesa las dos grandes facetas del deporte: sostener la defensa y generar ofensiva en el ataque. Los volantes son los tomadores de decisiones de cualquier ‘11’, actuando como organizadores, tiempistas, marcando el ritmo y dando fluidez al equipo. Su configuración es un desafío constante para cualquier entrenador, y Ariel Martos no es ajeno a eso.
Esa dinámica se vuelve aún más compleja cuando las lesiones obligan a reajustar el esquema una y otra vez. En San Martín, Martos ha tenido que lidiar con este problema. A lo largo del torneo, se vio forzado a realizar modificaciones constantes en esta zona clave. La más reciente, y posiblemente la más significativa, fue el desgarro de Juan Cuevas, el gran conductor de la era Martos.
Su ausencia se sintió, y mucho, en el último partido frente a Colegiales. Aunque el ‘Santo’ ganó 2-0, le costó asentarse en el desarrollo del juego y, sobre todo, le faltó un futbolista que dirigiera la ofensiva. No hubo quien filtrara pelotas ni quien aportara creatividad en los últimos metros, una carencia que se subsanó en el segundo tiempo con el ingreso de Jesús Soraire. Él aportó claridad, pausa y conectó al equipo con sus delanteros.
San Martín entró desconcertado, perdido e inconexo. Sobre todo, sufrió la presión alta del ‘Cole’, sostenida por el delantero Lautaro Gordillo. El “9” del “Tricolor” forzó varios errores en la defensa, especialmente de Matías García. El volante falló en la distribución, estuvo lento en los pases cortos y no encontró su lugar dentro del “11”. Esta fue una de las razones por las que el mediocampo del “Santo” estuvo partido y tuvo un bajo rendimiento en la primera mitad.
Gustavo Abregú tampoco hizo la diferencia: no colaboró en defensa, mucho menos en ataque. Gabriel Hachen también se vio arrastrado por esta caída de nivel. Su primer tiempo se resumió en un pase filtrado a Franco García y algunos lanzamientos desde el córner. El problema radicaba en que debía arrancar demasiado atrás para generar juego, y el arco le quedaba lejísimos. Todo esto derivó en que Martín Pino no tuviera ocasiones.
Martos percibió los síntomas y no dudó en hacer un cambio al inicio del complemento. Para cambiar el rumbo, necesitaba un futbolista que clarificara la salida y ordenara el ataque. Apostó entonces por Soraire. El volante entró y, en menos de un minuto, transformó la dinámica del equipo: lanzó pases largos, buscó constantemente a Hachen y mejoró la circulación de la pelota. El ex Banfield hizo que San Martín recuperara la esencia de juego que lo posiciona como uno de los protagonistas de la Primera Nacional: pelota al ras del piso y conexiones rápidas entre líneas. Incluso reactivó a los laterales Hernán Zuliani y Federico Murillo, que volvieron a proyectarse con peligro por las bandas.
Soraire, además, le dio más libertades a Hachen, quien no dudó en asociarse con los delanteros. Así llegó el primer gol: un centro preciso del ex Platense y un cabezazo de García. El segundo tanto fue un premio al sacrificio de Pino, aunque se trató de una jugada aislada en relación al desarrollo del juego.
El gran desafío de San Martín será encontrar las piezas clave para configurar un mediocampo sólido, capaz de sostener el nivel durante los 90 minutos.
Fuente: LA GACETA