
A la hora de los ravioles o del asado del domingo, San Martín de Tucumán entregó su largo invicto y la punta en soledad en la zona a manos de un Atlanta que se impuso por 3-1 y mostró sus credenciales para volver a subirse a la cima, ahora compartida por ambos con 27 puntos. El conjunto de Ariel Martos perdió después de 13 fechas (y 14 partidos, si se considera aquel contra Colón por Copa Argentina), quizá en el momento menos propicio. Porque la derrota le dio vida al “Bohemio”, actualmente el único contendiente del “Santo” en la lucha por acceder a la gran final por el primer ascenso.
Y cayó de una manera dolorosa, sintetizada en el desconcierto que le permitió al equipo anfitrión bajarle el telón al resultado: de un tiro libre a favor mal resuelto -con Gustavo Abregú como principal responsable- devino el zurdazo de ensueño de Federico Bisanz desde su propio campo, con el arco vacío. Darío Sand pagó un alto precio por un adelantamiento lógico, dado el contexto y la situación.
En definitiva, San Martín falló a la hora señalada, cuando al menos precisaba llevarse un punto de Villa Crespo que mantuviera a raya a su rival, que llegaba golpeado por ceder cinco de los últimos seis puntos disputados.
Y eso que la visita salió a jugar sobre ese impecable billar que es el campo de juego del Don León Kolbowsky sin complejos ni temores. También sin especulación alguna, como ya lo había hecho en la visita a Deportivo Maipú coronada con victoria.
Al costado del Movistar Arena, se desplegaron dos estrategias bien diferentes: San Martín, apostando a su circuito de juego, con fluidas conexiones entre volantes y delanteros. El conjunto de Luis García, privilegiando el juego directo, con la poca frecuente inclusión de un doble nueve.
En ese contexto, en apenas diez minutos, el “Santo” ya le había generado dos chances de gol clarísimas al anfitrión, de la mano de sus extremos Juan Cruz Esquivel y Franco García.
Pero la “primaverita” le duró poco al equipo de Martos, más allá de las excelentes condiciones climáticas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (20 grados a la hora del partido). ¿Qué pasó? Cuando San Martín perdió la pelota, Atlanta supo qué hacer con ella. Y lastimar.
Antes de los 20 el “Bohemio” festejó. Ya había avisado en esa pelota defendida sobre la línea ante el sombrerito de Jonathan Bauman a Sand. E hizo “clinc caja” en ese tiro libre que Marcos Echeverría resolvió de gran forma, vulnerando al capitán “santo”.
Ya era un muy buen cotejo, y el gol de Atlanta lo transformó en un partidazo de ida y vuelta, una suerte de final adelantada -aunque todavía falte tanto por andar- en la Zona A: ambos contendientes certificaron sus credenciales en el mediodía porteño.
Y en ese tramo final de la primera etapa, el que ganó por goleada fue Sand. El arquero tuvo tres grandes tapadas, una doble ante Nicolás Previtali, la segunda de ellas, con el pie, simplemente fantástica.
Por eso los jugadores de San Martín se retiraron al vestuario con una mueca de preocupación, y también cierto alivio. Porque la derrota por la mínima implicó un daño ídem, teniendo en cuenta el desarrollo global de los primeros 45.
Una eventual “resurrección” que permitiera salvar el invicto era una posibilidad todavía abierta cuando se reanudaron las acciones.
Atlanta no renunció a su idea y se quedó con el premio mayor
Pero claro, Atlanta no renunció a su idea de rematar la cuestión. Y San Martín no encontraba demasiadas variantes; pese a la dinámica de Gabriel Hachen y la velocidad de sus extremos, carecía de buenas resoluciones en el área rival.
El “fierrazo” tremendo de aire de José Gómez para el 2-0 hizo caer la última resistencia del “Santo”: ese derechazo fue demasiado hasta para Sand.
Quizá Martos demoró demasiado para mover el banco. Con el 0-2, decidió sacar a sus dos laterales amonestados y defender con tres centrales, con la entrada de Juan Orellana, sumado a los ingresos de Juan Cuevas y Jesús Soraire.
San Martín volvió a meterse en partido, gracias a esa descomunal escapada por izquierda de Esquivel, que terminó con el cabezazo al gol casi debajo del arco del oportunista Martín Pino.
Pero la esperanza de los hinchas “santos” se escabulló como arena entre los dedos con aquel acto fallido de San Martín que derivó en el memorable zurdazo de Bisanz para el 3-1.
Fue el golpe del nocáut para la visita, más allá de que restaba un cuarto de hora largo para el pitazo final y el conjunto de Martos puso garra y lo intentó hasta el final.
Un equipo casi inexpugnable en lo defensivo hasta desembarcar en Villa Crespo se llevó la marca de tres dedos en la cara y la tarea inexcusable de sacar lecciones de este domingo que solo fue soleado para Atlanta.
Fuente: LA GACETA