
Ganá el partido y llevate la clasificación a los octavos de la Copa Libertadores y, de yapa, el primer lugar del grupo B”. River aprovechó una oferta tentadora y consiguió el primer objetivo del semestre con una fecha de antelación, pero tuvo que hacer un importante gasto de entrada, en esos 45’ iniciales vertiginosos, intensos, de golpe por golpe y con un show de goles. Cometió groseros errores atrás, extrañó a Enzo Pérez, por momento fue superado por un valiente Independiente del Valle, pero la varita de Marcelo Gallardo lo hizo otra vez. ¿El truco? Centralizar a Franco Mastantuono para pasar del 1-2 al 3-2 y, ya con un hombre más, encaminar una goleada mágica y desatar la fiesta en la primera noche copera del 2025 con público en el Monumental.
Con la victoria ante Barracas todavía fresca y con Platense en el horizonte, MG metió mano. Hubo cambios obligados por la lesión de Montiel y cuidó a Paulo Díaz (quedó afuera del banco). También preservó a Marcos Acuña y Enzo Pérez, cuya ausencia explicó el desarrollo del primer tiempo.
En el rearmado del medio, Kevin Castaño, ese que potencia a sus compañeros porque juega y hace jugar, fue el #5, pero no siente la marca de la misma forma que el #24 y ese déficit se potenció por no tener en Giuliano Galoppo a un ladero de confianza, de mal partido y reemplazado en el entretiempo. Así, a pesar de que Sebastián Driussi estiró su gran momento goleador con una definición de cachetada luego de que Lucas Martínez Quarta ganara bien de arriba, el propio central se mandó una macana con un mal pase que desató una contra letal. Para colmo de males, Pezzella salió lejos y apurado, quedó pagando ante Loor y Claudio Paul Spinelli, en modo Caniggia, lo dio vuelta.
En ese palo y palo en el que el círculo central fue una zona de libre tránsito, encontró la solución con un movimiento de ajedrez. Como Alcívar, interesante volante central, manejaba los hilos de IDV, Mastan pasó de la derecha el centro y pasó a ser una preocupación a sus espaldas. Y fue jaque mate porque un exquisito enganche de la joyita de Azul destrabó la acción que terminó en el centro de Bustos -hizo olvidar a Montiel- y el gol en contra de Zárate y cerró la etapa inicial dando una nueva muestra de personalidad: peleó una pelota que parecía perdida, generó la expulsión de Carabajal -lo agarró cuando estaba pronto para definir con el arco libre- y se hizo cargo del penal. Poco le importó que Driussi haya agarrado la pelota. FM dijo “lo pateo yo” y esta vez un remate desde los 12 pasos sí generó aplausos en Núñez.
Los últimos 45’ se jugaron como quiso River y el Muñeco, más allá del necesario ingreso de Enzopé para evitar sorpresas, hizo cambios ganadores, con futbolistas que aprovecharon al máximo la chance: Maxi Meza hizo el cuarto, Miguel Borja necesitó tres intentos (los primeros fueron anulados por mano previa) para sacarse la mufa y Manu Lanzini le puso la sexta frutilla al postre con un golón.
Anoche, los hinchas, los jugadores y Gallardo se fueron con la satisfacción de la labor cumplida, lo que le permitirá gestionar cargas ante Universitario en caso de superar a Platense y llegar a las semis del Apertura. Recuperó la eficacia -siete tiros al arco, seis goles-, es pura potencia arriba con 23 goles en los últimos siete partidos, pero como contrapartida al cambio rotundo, el llamado de atención es con poco lo complican. Lo cierto es que River hizo 2×1 y va con todo por la Copa. Six, six, señores…
Fuente: OLÉ