
Un triunfo de aquellos, para volver a creer. Con dos golazos, San Martín renació en la segunda etapa para remontar, vencer 2-1 a Quilmes y recuperar la cima de la zona A de la Primera Nacional.
Sobre todas las cosas, en la fresca noche del Sur del Gran Buenos Aires el equipo de Ariel Martos mostró que sus credenciales de candidato a luchar por el ascenso están intactas, pese al traspié ante Atlanta y las dudas que dejó frente a Racing de Córdoba.
El “Santo” tuvo un primer tiempo para el olvido, en que la sacó barata, y una segunda etapa para la ilusión, en la que hizo méritos para quedarse con los tres puntos ante el conjunto de Sergio Rondina.
En definitiva, la victoria sobre el “Cervecero” se explica por la estatura de Darío Sand, por una genialidad de Juan Cuevas y por la pegada del sustituto Jesús Soraire.
Cuando parecía que después de muchas fechas dejaría de figurar en lo más alto de la tabla y Atlanta sacaría una ventaja de dos puntos, San Martín reaccionó a tiempo para recuperar la punta (en igualdad de puntos, pero con más goles a favor que el “Bohemio”), en un momento clave, a sólo una jornada del cierre de la rueda inicial de la Primera Nacional.
En el primer tiempo, el “Cervecero” ganó ampliamente por puntos el combate. Al equipo del “Huevo” sólo le faltó asestar el golpe de nocáut, o en todo caso, se le interpuso la calidad de Sand y la propia impericia de sus jugadores, que lentamente comenzaba a enervar a sus hinchas.
Con el entrenador cuestionado y fuera de los puestos de reducido, Quilmes llegó al encuentro con mayores urgencias que su rival. Y una vez dado el pitazo inicial por parte de Pablo Giménez, el anfitrión se adueñó de todo, pelota y terreno.
San Martín no podía hacer pie en el medio. Martos cambió esquema con respecto a los últimos partidos, pero el 4-4-2 (Ulises Vera por Franco García) no sumó demasiado a la hora de marcar, con Gustavo Abregú y Matías García con enormes dificultades para cortar el juego del local.
Cuevas fue el previsible reemplazante del suspendido Gabriel Hachen. Y el ex jugador del Everton ya había sido lo más destacado en la etapa inicial y terminó siendo fundamental en la segunda.
En los primeros 15, la visita estuvo contras las cuerdas. A partir de entonces, la defensa se adelantó unos metros. Y los espacios quedaron a merced de los lanzadores de Quilmes. San Martín no lograba mantener la pelota. Y tuvo apenas una muy clara, en los pies de Cuevas.
Para entonces (y lo siguió siendo hasta el final de la primera etapa), Sand se había convertido en figura estelar, ahogando cinco veces el grito de los muchachos locales.
Daba la impresión de que San Martín se iría al vestuario haciendo negocio con el marcador en cero, pero no defendió bien la última pelota parada y la bola terminó en poder de Jano Coronel, quien finalmente logró vulnerar la pared del arquero visitante.
San Martín reaccionó a tiempo, cuando debía, al regreso del entretiempo. Con la rúbrica del talento de Cuevas, no sólo por la forma en que sacó ese zurdazo que cayó a las espaldas del arquero de nacionalidad siria Esteban Glellel, sino por el control previo. Una delicia de gol que cambió el rumbo del partido.
Porque a partir de entonces, Quilmes sintió el impacto, percibió en carne propia la jerarquía individual de uno de los candidatos a pelear por el ascenso. La unión de palo y travesaño le negó a Juan Cruz Esquivel el segundo golazo para San Martín en espacio de apenas un par de minutos.
El gol de Soraire le sirvió en bandeja la cima a San Martín
Como fuera, el complemento estuvo en las antípodas de los primeros 45. Quilmes pasó de dominador a dominado. El “Santo” olió sangre y fue por la victoria. Cerca del final tuvo su premio, tras el segundo travesaño de Esquivel llegó esa definición preciosa y precisa de Soraire para el 2-1 y la apoteosis de todos, los jugadores vestidos de negro en la cancha y los suplentes y el cuerpo técnico, y los hinchas a la distancia.
Otra vez en Quilmes, como el año pasado en la victoria 2-1 que marcó uno de los puntos más altos en la temporada del San Martín de Diego Flores, esta versión de Martos consiguió una resurrección imprescindible, a tiempo para recuperar la senda extraviada durante un par de fechas.
Fuente: LA GACETA