
En una demostración de fuerza, el peronismo se unió para defender a su líder en el primer día de prisión domiciliaria. “Los pueblos siempre vuelven”, dijo CFK.
En su primer día en prisión domiciliaria, Cristina Fernández de Kirchner logró reunir a todo el peronismo en la Plaza de Mayo, algo que parecía muy lejano pocas semanas atrás. A pesar de los intentos del gobierno de Javier Milei de desactivar la marcha con requisas a los colectivos que llegaban a la Ciudad de Buenos Aires desde todo el país, la convocatoria fue multitudinaria y, según los organizadores, el 18 J congregó a un millón de personas. “Vamos a volver”, dijo la expresidenta a través de un mensaje de audio grabado y agregó que será “con más sabiduría, con más unidad, con más fuerza”. Además, dijo que seguirá estando en la “trinchera que sea” porque “los pueblos, finalmente, siempre vuelven”. Minutos más tarde, CFK dio un mensaje en vivo por teléfono en el que sostuvo: “la razón nuestra es la razón de los pueblos que se niegan a ser arrasados”.
Como aquel 9 de diciembre de 2015 en el que se despidió luego de dos mandatos, miles de personas se acercaron a la plaza para abrazar a Cristina Kirchner. Esta vez, para acompañarla tras el fallo de la Corte Suprema que la proscribe. Y ella respondió a la distancia, desde su casa en San José 1111 con un mensaje a la militancia: “lo que más me gustó fue escucharlos cantar otra vez ´vamos a volver´. No lo hacíamos desde hacía muchísimo tiempo, demasiado tal vez. Y me gusta ese ´vamos a volver´ porque revela una voluntad, la de volver a tener un país donde los pibes puedan comer cuatro veces al día”. Ese cantito, que hacía años no se escuchaba en las movilizaciones y encuentros populares, volvió a sonar con fuerza, una y otra vez, como un músculo entumecido que solo necesita empezar a moverse.
“¿Saben por qué no me dejan competir? Porque saben que pierden”, respondió ante una militancia que escuchaba atenta con los ojos al cielo, como queriendo atrapar su voz. “Lo peor es que el verdadero poder económico sabe que este modelo no tiene futuro, sabe que se cae y por eso es que estoy presa”, dijo. Esa mujer sobre la que pesa una condena de seis años de prisión y una inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, pero que baila sonriente en el balcón, elegante y espléndida, los irrita. Su fortaleza los exaspera. “Yo aquí, firme y tranquila”, dijo y anticipó que el modelo de Milei “se cae no sólo porque es injusto e inequitativo, sino fundamentalmente porque es insostenibe en términos económicos. Tiene vencimiento como el yogur y no es nuevo, ya lo vimos con Martínez de Hoz en el 76 y con Cavallo en los 90”.
Y definió la próxima etapa con ella fuera del escenario electoral: “Es necesario organizarse para clarificar cuál es el verdadero problema que tiene nuestro país. Que no es más ni menos que un modelo económico en el que se enriquecen unos pocos”. Y aclaró que defenderán la democracia “sin violencia, pero con coraje, sin miedo, pero con absoluta claridad del momento histórico que estamos atravesando todos los argentinos”.
Todo el peronismo estuvo ahí, esperando el mensaje de la presidenta del PJ y demostrando que lo que sigue ahora es pelear por su liberación. La primera batalla fue lograr que habilitaran la prisión domiciliaria –aunque con condiciones ilógicas como ponerle una tobillera electrónica o prohibirle salir al balcón: “Menos mal que no tengo macetas con plantas porque ni siquiera las podría regar”, dijo irónica–. Los pasos que vienen están resumidos en el lema “Cristina libre” e incluye además de la estrategia jurídica y a nivel internacional, crear una nueva mayoría frente al avance libertario.
El gobernador bonaerense Axel Kicillof, y su espacio Movimiento Derecho Al Futuro, estuvieron ahí. “Esto es un intento de disciplinar al campo popular, a la dirigencia, a los sindicatos y a todo el mundo. Pero no hay cómo, porque desborda en nuestro pueblo la necesidad de tener más y mejor trabajo, lo contrario al modelo de Milei”, dijo. También estuvo el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, que luego tuiteó una foto de la plaza llena con la frase: “Hoy, más que nunca, unidad”. El diputado nacional y presidente del PJ bonaerense Máximo Kirchner habló horas después y dijo que CFK “va a aportar siempre como ya lo ha hecho”. Una de las especulaciones es que tome la posta de la candidatura por la tercera sección electoral, algo que no descartó. “Cuando uno tiene conducción, como es mi caso, está siempre preparado para asumir los roles que hayan. Igual tenemos compañeros y compañeras que pueden llevar adelante esa misma candidatura igual o mejor que uno”, dijo en una entrevista con C5N. La mayoría de los dirigentes que estuvieron en la Plaza de Mayo prefiero no anticiparse y hablar sobre las legislativas que se vienen en el territorio bonaerense. Otro de los mandatarios provinciales que estuvo fue Ricardo Quintela, de La Rioja, que le disputó la presidencia del PJ a CFK. “Los gobernadores estamos preocupados y queremos contribuir a la unidad del peronismo”, dijo.
“Pueden encerrarme a mí, pero no van a poder encerrar a todo el pueblo argentino. Los que están asustados no somos nosotros, son ellos”, advirtió CFK. Es cierto, en la plaza no se percibía miedo, al contrario, había emoción, tristeza, incertidumbre, pero no miedo. Incluso, resoplaban los aires de la alegría que genera el encuentro. Sobre el final del discurso un grupo de senadores y senadoras hicieron un pogo al ritmo de la canción “Todo preso es político”. Allí estaban José Mayans, Juliana Di Tullio, Alicia Kirchner y Lucía Corpacci, entre otros, moviendo sus cuerpos al ritmo de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. En medio de una plaza que sabía el significado histórico de estar ahí, de la resistencia peronista que irrumpe en el espacio público para defender a su líder, como ya lo hizo en 1945.
“No la van a silenciar nunca, ni a ella ni al pueblo”, le dijo a Página/12 el senador de UxP Oscar Parrilli. “Los que piensan eso no conocen la historia, no conocen la realidad”, agregó. El gobierno de La Libertad Avanza intentó frenar de todas las maneras posibles la movilización, Patricia Bullrich activó un protocolo que buscaba intimidar a los micros que llegan desde distintas provincias hacia la Capital Federal. Ya desde la noche previa, la Policía Federal y de la Gendarmería Nacional detuvieron a varios coches para requisarlos. Incluso, hubo casos en los que hicieron bajar a todos los pasajeros. “Hoy empieza un nuevo capítulo de resistencia en el peronismo, que hasta que no liberen a Cristina no va a parar. Así que depende de ellos si esto sigue siendo pacífico o la injusticia se transforma en bronca. La injusticia se puede transformar en bronca y si hay bronca esto va a ser incontrolable”, advirtió la senadora de La Cámpora Anabel Fernández Sagasti.
A pesar del amedrentamiento, la Plaza de Mayo rebasó. Estuvieron los movimientos sociales, los sindicatos – muchos con reclamos a la CGT de medidas más contundentes– y hasta se movilizó el Frente Izquierda Unida para denunciar la proscripción. Los organismos de derechos humanos se sumaron a la convocatoria. El premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel llamó a la “rebeldía de las conciencias”. “Estamos aquí en unidad en la diversidad para hacer un frente común. Tenemos que frenar a este gobierno que está destruyendo el país, que nos quiere transformar una factoría colonial de Estados Unidos e Israel”, le dijo a este diario. Por su parte, Carmen Arias de Madres de Plaza de Mayo citó a Hebe de Bonafini: “Acá empieza otra historia”, advirtió y pidió estar “más unidos que nunca para lograr que Cristina salga libre”.
La palabra “libertad” está en disputa, hoy dejó de ser propiedad casi exclusiva de la furia de la ultraderecha. “Libertad” es ahora también un significante de lo popular que se replica en carteles y pasacalles, de la lucha frente al Poder Judicial y los poderes económicos que quieren a la líder del peronismo fuera de la cancha. Los intendentes peronistas también estuvieron y resaltaron el rol en este nuevo escenario. “Tenemos que decir de punta a punta del país que Cristina es inocente y es una presa política”, dijo la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, a Página/12. Su par de Merlo, Gustavo Menéndez, que además es secretario de Relaciones Internacionales del PJ y encabeza la estrategia de solidaridad en otros países, dijo que “ hoy empieza la etapa de crear una nueva mayoría para ofrecerle al pueblo argentino la posibilidad de salir de esta situación tan calamitosa”.
Durante la desconcentración, una imagen que a los ojos de algunos es tan o más irritante que Cristina en el balcón: las patas en la fuente. Como hace casi 80 años, los peronistas estaban ahí, más que para descansar los pies hinchados de tanta caminata, como una forma de reforzar la identidad, expresando ese símbolo que tanto molesta. En una versión pop de aquella imagen histórica del 17 de octubre, muchos metieron los pies en el agua a pesar del frío saltando y cantando “Fanático” de Lali Espósito. “La resistencia peronista es esto también, es con alegría, es encontrándonos. Más fuerte que nunca porque si Cristina está fuerte, ¿Cómo no vamos a estar fuerte nosotros?”, dijo Ana, de 20 años, que llegó desde La Plata. “El peronismo existe y eso les molesta. A Perón le pasó lo mismo y volvió. Por eso vamos a estar en la calle para defender a Cristina”, dijo su amiga, Catalina, de 18, también con las patas en la fuente.