
Un paso adelante para River. O tres pasos adelante. En Santiago del Estero, el equipo de Marcelo Gallardo tenía una de esas pruebas incómodas, en un torneo con un formato diseñado para que los gigantes caigan contra rivales más débiles, que se juegan finales, con todo por ganar. River tenía muchísimo más por perder, pero lo que ganó contra San Martín de Tucumán no fue poco: además de la clasificación a octavos de final en una competencia que ya había desplazado a otros grandes como Boca, Independiente y San Lorenzo, el Muñeco se habrá ido contento por el juego que mostró el CARP en un trámite que había empezado muy trabado, con los dirigidos por Mariano Campodónico apretando bien arriba, raspando, multiplicándose en la marca. River impuso su jerarquía en los tramos más calientes del juego, incluso con salvadas top de Armani que volvió a ratificar que siempre está cuando se lo necesita, y con el correr de los minutos empezó a marcar muchísimas diferencias ante el Santo, que lógicamente se fue desgastando, con piernas más pesadas.
MG movió bien el banco cuando el partido parecía complicarse, con un Juanfer Quintero al que todavía le falta ritmo de fútbol pero que tiene intacto el guante en el pie zurdo, con un Galoppo que volvió a aportar intensidad en la mitad de la cancha (Enzo Pérez ya estaba fundido) y llegada al área, con gol incluido como ante Instituto. Antes y después de ese refresh, se vio un River que esta vez no necesitó de Salas para mostrar otra energía: un Galarza Fonda incansable demostró que será muy importante para lo que viene, con un despliegue físico altísimo y con aportes clave como el centro a Pezzella que derivó en la asistencia del 6 para el primero de los dos goles de Montiel. Un doblete que le vendrá bien a Cachete para la confianza: el 4 no venía destacándose después de su última lesión y en el Madre de Ciudades tuvo, especialmente en ataque, un nivel acorde a un campeón del mundo. Lo mismo, claro, corre para Pezzella: el Kaiser, que reemplazó a MQ, fue otra gran noticia para Gallardo, le dio seguridad al fondo, estuvo tiempista en todos los cruces, ganó de arriba y de abajo y no se complicó en la salida para completar un rendimiento mucho más parecido al de los primeros meses post regreso que al que se pinchó tras esa semi con Mineiro.
Por lo demás, Colidio volvió a ratificar que es el MVP de este equipo: con una técnica superior, mostró un tranco imparable para SMT y solo le faltó el gol para coronar una noche perfecta. Y hablando de gol, el que sigue salado en ese rubro es un Miguel Borja que es en sí mismo una manta corta. Esta vez el colombiano no hizo un mal trabajo asociativo y de hecho asistió muy bien a Galoppo en el 2-0, pero volvió a fallar en el punto que lo sostuvo todos estos años en Núñez, con cuatro situaciones claras desperdiciadas.
Ahora tocará Unión en un cuadro en el que queda Racing como único cuco como para disputarle el lugar de candidato. Pasó River la barrera, muy baja, que había dejado la era Demichelis en esta competencia. Pero, sobre todo, subió la vara de su propio juego. En Santiago hubo tiki-tucu.
Fuente: OLÉ