
Explota el Monumental. Hay gritos por todos lados. Franco Armani acaba de poner firme las manos y atajarle a Marcelo Fernández el penal que le dio la clasificación a River a los cuartos de final de la Copa Libertadores, instancia en la que se enfrentará con Palmeiras. Y también le pone fin a la angustia contenida de 90 minutos en los que el ‘Millonario’ jugó acaso uno de sus peores partidos de la era Gallardo.
Influyó la gente de River. No hay dudas. Porque a puro canto y griterío metió una presión tremenda sobre el arco que da a la Sívori, en el que dos futbolistas de Libertad, Recalde y Caballero desviaron sus remates. Y a pesar de que Silva se lo atajó a Marcos Acuña, el resto de sus compañeros convirtieron y Armani, el Pulpo que se gana otra ovación, terminó con la maldita racha de ocho series consecutivas perdidas desde los 12 pasos.
Pero más allá de la euforia por los penales, cuando la espuma baje, este River deberá mejorar muchísimo para hacerle frente al poderoso Palmeiras, el mejor de la fase de grupos.
Es que, por momentos, el equipo del Muñeco se desconoce a sí mismo y produce escozor en sus hinchas. Entra en un trance largo que le provoca un estado de confusión del que le cuesta salir. Entonces se terminan mal las jugadas, las piernas no corren de la misma manera, la pelota no fluye, no se presiona, aparecen huecos para el rival, se retrocede mal y se marca peor.
Con una sensación de incredulidad, desde las tribunas se observan los minutos finales del primer tiempo, en los que Libertad casi pone de rodillas a River, animado tras el empate de Robert Rojas, que cumplió la ‘ley del ex’ con un cabezazo estupendo ganándole a Paulo Díaz y anticipándose a Armani, quien se quedó a mitad de camino tras el gran centro de Hugo Fernández, el mismo al que le había sacado un remate a quemarropa en Asunción. Y el propio Fernández casi pone a su equipo en ventaja pero Martínez Quarta lo evitó.
Con muchas limitaciones, pero con un enorme esfuerzo físico y disputando todas las pelotas logró emparejar el partido. Aunque, en verdad, fue el propio River, producto de su incapacidad futbolística para resolver problemas fue el que se creó problemas.
Gallardo había dicho que el que mejor estaba jugaba. Y en eso cumplió. Ahora, ¿tiene un futuro un equipo en el que por un partido -o dos a lo sumo- se mete de titular algún jugador que tenía pocos minutos o estaba relegado? Parece ir al día a día el Muñeco.
Esta vez, después de haber hecho un buen segundo tiempo ante Libertad en la ida y de jugar bien ante Godoy Cruz por el torneo local, el Muñeco apostó por la experiencia de Nacho Fernández y Juanfer Quintero y los sumó a Enzo Pérez y Giuliano Galoppo, otro que se metió por las últimas buenas actuaciones. En menos de un mes, pasó de la renovación con los pibes y los nuevos refuerzos a tirar la historia en la cancha y aumentar el promedio de edad. Pero no alcanza tampoco. Apenas hubo unas pinceladas de Juanfer, las conexiones de Driussi y poco más.
El juego no fluía y le costaba entrarle a Libertad. Pero tampoco se pateaba al arco. Apenas un puñado de remates. Y tampoco se tiraba la pelota al área. Se dio cuenta Acuña que se podía lastimar de esa manera y tras recibir un cambio de frente de Quintero, metió un centro con tres dedos para dejar solo a Colidio, que la pinchó en el travesaño y Driussi la empujó.
No pudo River aprovechar el envión del gol. Se diluyó rápidamente la efusividad y empezó a sufrir. Tras irse al descanso con el empate, Libertad salió mejor al segundo tiempo y lo tuvo de contraataque. Encima, River se quedó con 10 hombres por la expulsión de Galoppo por una segunda polémica amarilla. Y Gallardo tuvo que rearmar el mediocampo. Mandó a Galarza y sacó a Juanfer. ¿No estaba Nacho más para salir? Pero, bueno quizás con 10, con el colombiano en cancha se hubiese hecho más cuesta arriba el retroceso.
En esos momentos de zozobra, asomó la presencia de Enzo Pérez, que no paró de meter y recuperar pelotas. Pero el resto no se contagió del capitán. Entonces, bramó la gente. “Movete River, movete, movete, dejá de joder”. Y “esta noche cueste lo que cueste, esta noche tenemos que ganar”. Tampoco hubo caso. Es más: Melgarejo se perdió la clasificación al definir mal un mano a mano.
Y entre los últimos cambios apareció el pibe Subiabre, al que Gallardo sacó del freezer en una definición caliente de Copa. La confusión era tan grande que la gente festejó que Borja se tirara a los pies. River ni siquiera tuvo empuje. El equipo paraguayo sostuvo con una gran tarea de su defensa y hasta se animó a probar a Armani que se revolcó un par de veces. Y llegaron los penales y el Pulpo se redimió, volvió a lucirse y River festejó.
Fuente: CLARÍN