
La política es cíclica y repite situaciones cada vez con mayor velocidad. A fines del segundo año de Mauricio Macri en el Gobierno, incluso luego del triunfo en las legislativas del 2017, los empresarios más importantes del país empezaron a retomar los contactos con sectores opositores. En aquel entonces, apareció esa inquietud, propia de los que observan que los proyectos llegan a un cuello de botella que, en general, tiene que ver con una economía que empieza a mostrar falencias serias o, directamente, se frena sin más. Se había empezado a terminar el amor entre el poder económico y el presidente amarillo.
Hoy, a un año y ocho meses de haber asumido, a Javier Milei parece estar pasándole lo mismo. Las conversaciones del poder real, el establishment, con diferentes terminales de la oposición, se dan luego de un tiempo prudencial de paciencia (para los empresarios), en el que observan que el programa de ajuste no evolucionó a un escenario virtuoso de crecimiento. Más bien se estancó. Este proceso nada tiene que ver, incluso, con resultados electorales. Es una muestra de desgaste. A diferencia de Macri, a Milei le estalló un escándalo de corrupción en el camino. Aquellos que hasta no hace tanto comparaban al Macri del 17 con el Milei actual, ahora aseveran que el libertario está mucho más debilitado que el ex presidente. Cuenta con menos espalda política y focos ígneos en casi todos los frentes.
El Presidente tiene, además, otra contra, que se comentó en estos días en encuentros de banqueros e industriales: pase lo que pase en las votaciones, el desgaste de la gestión política y económica augura un futuro corto muy malo. Y ese futuro convulsionado incluye el debate interno sobre cambios de fondo en la gestión del Ministerio de Hacienda.
Dos “cumpleaños” emblemáticos
Por lo antes mencionado, los empresarios hablan con los gobernadores que hicieron rancho aparte luego de haber bancado a Milei, en el inicio; con tres dirigentes muy importantes del espacio del peronismo y afines; y con todo aquel que ofrezca una lectura alternativa. Los más conservadores volvieron a acercarse a Mauricio Macri, y otro tanto al ex alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Muy requerido.
Ni siquiera les exigen un plan de Gobierno, sino más bien un simple espacio catártico, un oasis para descargar lo que no se puede hablar con Milei. Casi una instancia colaborativa de búsqueda de una transición a algun lugar que, definitivamente para ellos, no es este. Tampoco saben aún cuál es. “Charlamos, de cómo ven la cosa, qué planes tienen. Por ahora, es un acercamiento para saber cómo la ven”, contó a Página/I12 uno de los tantos que se acercaron a dirigentes.
Esta semana hubo dos eventos públicos consagratorios de esa dinámica, que ya venía dándose en privado: la celebración de los 80 años del Grupo Clarín congregó a empresarios, a políticos opositores y a nadie del Gobierno de Milei. Ese tipo de mitines se mueven, es cierto, en una gama de colores sepia, con lógicas antiguas y, en general, dinámicas perdedoras, pero sirven para ejemplificar climas, situaciones. Allí se mostraron los gobernadores, Macri, Sergio Massa, otros dirigentes del peronismo y otras fuerzas políticas. Del Gobierno, casi nadie.
El otro evento, la convención de la Unión Industrial (UIA) en Córdoba. Estaba invitado Caputo, que prefirió no ir, mandaron al Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que no convenció a nadie. En ese escenario, hubo un hecho directo: Martín Rappallini, titular de la UIA y uno de los cuadros de confianza de Techint, se quejó del estatismo excesivo de los gobiernos anteriores, pero le reclamó a Milei tasas más bajas, una economía menos abierta a los importados y una recreación de la actividad económica. Hasta ahora, la UIA venía diciendo que la macro ordenaba todo. Cambiaron los tiempos.
En este marco, Milei corre con una ventaja: la fragmentación opositora le divide la oferta que lo enfrenta. Con Macri, las opciones eran menos y más directas. Y el peronismo venía de un ciclo, el de CFK, de una economía agotada, pero con cifras generales que hoy serían un sueño para cualquiera. De todos modos, el dato de cómo se mueven los empresarios no es menor, es un proceso veloz de cambio de paradigma, del Milei líder disruptivo e infranqueable, a un Presidente debilitado en su autoridad y con un programa económico que no sale bien y erosiona la confianza de antaño. El escándalo de las coimas en la agencia de Discapacidad, además, le suma un extra de pimienta: es el tema que se charló en todos los eventos empresarios de la última semana.
Caputo está “cansado”
El corazón del descontento con el Gobierno, más allá del plus de las coimas, son las deficiencias del programa económico y, sobre todo, que el Círculo Rojo observa que el oficialismo no registra que se necesita una modificación de fondo al programa. Mientras le exigen aminorar para ordenar, Milei promete más ajuste.
Esto se conjuga con un internismo creciente que tuvo un hecho iniciático, el desarme de las LEFI. Eso quebró lo que era un bloque monolítico. Es que en charlas privadas, los funcionarios de Hacienda siguen echándole la culpa a Milei por esa medida. Y el escuadrón de Caputo entró en estado catatónico. “El Presidente nos confirmó”, dijeron esta semana en charlas informales con interlocutores varios. Esa frase era impensada hace un mes o dos: antes decían que “hablamos muy poco con el Presidente, lo puntual, nos da libre manejo”.
Los íntimos de “Toto” aseveran que “está cansado, hizo un gran esfuerzo, el plan de estabilización ya está hecho, ahora cree que es hora de que la política se haga cargo”. Si fuera por él, de hecho, ya se hubiese ido. Por esto, Milei le pidió que viaje con él a Los Ángeles. Corrió entre ambos un chiste, algo fuera de contexto. Que California es la casa de los Lakers, el equipo de la NBA que ambos admiran.
El clima en Hacienda es espeso, y el choque con los bancos lo puso peor. Dos banqueros, uno nacional y otro de una entidad foránea, charlaron sobre “las idas y vuelta de la política de Caputo”. Y fue la comidilla en los Whatsapp del sector la teoría de Pablo Quirno, el secretario de Finanzas, que le vendió a Milei que el banco chino ICBC estaba operando contra el Gobierno jugando fuerte para hacer subir el dólar. Le dijo, incluso, que era parte de la conspiración internacional de oriente. Milei compra, porque calza con la especulación de los rusos y los venezolanos operando con los audios de las coimas de los Milei y los Menem. Ya hace meses, en otra parte de la corrida, habían culpado de lo mismo a los bancos Galicia, Provincia y Macro.
La bronca con los banqueros, en realidad, es porque hay al menos dos altos dirigentes que instalan un debate sobre el regreso del cepo cambiario post elecciones. La teoría es la que, también, vendieron a sus clientes algunos analistas top, como el ex PRO Carlos Melconian. Además, muchos piensan que hay que oxigenar Hacienda. El asunto, como también pasa con los empresarios de la economía real, nadie ve un reemplazo de Caputo que cambie la mano hacia un escenario de confianza. “No hay un perfil que calme la escena”, admiten.
En el medio de la historia, además, quedó el Fondo Monetario Internacional (FMI). En las últimas 48 horas, el organismo se mantuvo en silencio, sin siquiera confirmar el apoyo que Quirno vendió le habían dado para que operen con ventas de dólares del Tesoro. Fuentes muy cercanas al organismo aseguraron que le dijeron a Caputo que no agitarán las aguas hasta después de las elecciones, pero la situación no les gusta mucho. El FMI también quiere un cambio de política monetaria y cambiaria. Habrá que esperar para ver.
Fuente: PÁGINA 12