
El mensaje por redes sociales que Cristina Kirchner publicó ayer fue, ante todo, un gesto para bajar el nivel de tensión con el que convivía el peronismo bonaerense desde hace largos meses. Fue para ponerle un punto final a las fricciones incesantes para definir el proceso electoral en la provincia.
Hasta el fin de semana, en el cristinismo había dirigentes que insistían con la idea de que las elecciones debían ser concurrentes. Mantenían vivo el reclamo, apoyado sobre los proyectos que estaban flotando en las dos cámaras de la Legislatura. Lo hacían pese que Kicillof ya había tomado la decisión, vía decreto, de desdoblar la elección. Un desgaste político sin mayor sentido.
La ex presidenta decidió bajar las armas como señal de diálogo. Le pidió a dos legisladores de confianza, como Teresa García y Facundo Tignanelli, que saquen de circulación los proyectos que impulsaban la elección concurrente, y pidió apoyar la iniciativa del Gobernador para que se suspendan las PASO. Terminó con un capítulo de la novela. En esta porción de la disputa de poder, cedió.
“Fue una suerte de borrón y cuenta nueva. Había que terminar con esta discusión permanente sobre cuándo hacer las elecciones. Hay que dejar de hablar de nosotros”, precisaron en el Instituto Patria. Volver a empezar. O, al menos, intentarlo. La división le abre las puertas del triunfo a la dupla Milei-Macri. En el kirchnerismo dan por descontado que, pese a la tensión existente entre ambos, sus fuerzas competirán juntas en el terreno bonaerense.
La señal de CFK fue para que la división del peronismo bonaerense no se profundice pero, al mismo tiempo, y escondido detrás del largo mensaje en las redes sociales, la ex mandataria aceptó que el cristinismo debía frenar la avanzada contra el Gobernador. Más allá de las intenciones, no tenían el número sufiente para poder llegar a los 2/3 necesarios para aprobar los proyectos. Había una limitación. Y nadie desnuda en público sus debilidades.

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“Como ha hecho otras veces, Cristina tuvo un gesto bondadoso”, indicaron cerca de la ex vicepresidenta, que el jueves de la semana pasada estuvo reunida con la vicegobernadora bonaerense, Verónica Magario, una de las figuras fuertes de la tercera sección electoral, donde ella quiere competir. ¿Señales de paz? Tal vez. El intendente Fernando Espinoza juega en el equipo de Kicillof, pero se muestra complaciente con CFK. Hace equilibrio. La guerra tampoco le conviene a él.
En el esquema político de la presidenta del PJ Nacional sostienen que lo importante en esta instancia es “cortar con la interna” y “enfocarse en el armado de una campaña electoral”. Más allá de los posicionamientos de cada uno, la hoja de ruta del peronismo está tomando forma y las posibilidades de un quiebre profundo comienzan a despejarse. El kirchnerismo está dividido pero todavía les resta algunas dosis de pragmatismo en la valija.
“La carta fue agresiva. Pero, más allá de eso, lo que primó fue la cordura. No tenía ningún sentido seguir enfrentando la decisión del desdoblamiento”, reflexionó uno de los principales dirigentes del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), el espacio que lidera Kicillof y donde dan por descontado que las fricciones con el cristinismo seguirán en forma permanente.
En ese esquema político son cautelosos respecto a los movimientos de armado de CFK. “Primero que voten”, sostuvo un dirigente importante del kicillofismo. Más allá de las señales de un posible armisticio, la desconfianza sigue instalada en ambos sectores internos.
La semana pasada CFK le bajó a sus dirigentes más cercanos una línea clara. Hay que negociar la unidad dentro del marco de Unión por la Patria (UP). Todos adentro. Un paso ideal para ordenar las diferencias son las PASO, pero hoy seguramente sean suspendidas en la Cámara de Diputados de la Legislatura bonarense y la semana que viene problablemente ocurra lo mismo en el Senado.
Sin PASO, y con la intención de estar todos dentro de un mismo frente, hay dos opciones a la vista. Negociar una lista de unidad o armar una gran interna partidaria, lo que parece poco viable en una coalición con tantos partidos políticos. La unidad, aún en el desencanto, aparece como una opción viable.
En el cristinismo aseguran que CFK suele cumplir con lo que dice, por lo que lo más probable es que compita como candidata a diputada en la tercera sección electoral. Es decir, que pese a llamar a la unidad del espacio político, mantiene firme la idea de jugar en una elección seccional.
En el Patria advierten que su candidatura sería en una lista de unidad y no en una competencia interna, ya que la ex mandataria le pidió a sus legisladores que apoyen la suspensión de las PASO. ¿Cuál es la lógica, si no hay enfrentamiento con el kicillofismo, que CFK compita en una elección seccional? En su entorno dicen que tiene que ver con que la discusión será nacional.
¿Por qué la ex presidenta se inclinaría por competir en una elección provincial, en vez de hacerlo en una nacional? Ambas elecciones, la de septiembre y la de octubre, van a estar nacionalizadas. La diferencia sustancial es que en la segunda el peronismo se juega seguir siendo la primera minoría en el Congreso de la Nación.
Cristina va a ser candidata. A esta altura, es más probable que lo sea por la tercer sección a que se convierta en la cabeza de lista de los candidatos a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. Lo propio podría hacer Sergio Massa, quien podría ocupar la cabeza de la lista de senadores en la primera sección electoral.
Si ambos líderes saltan a la cancha electoral, el desafío de Kicillof es ver cómo tener representación en las listas de las dos secciones electorales más importantes, y cómo pararse arriba de una campaña en la que podrían estar presentes CFK y Massa. En ese caso, su figura puede quedar opacada y la estrategia puede verse condicionada.
En el kicillofismo resaltan la elección en Santa Fe del último domingo porque el desdoblamiento termimó siendo efectivo para el oficialismo y perjudicó la performance del La Libertad Avanza (LLA). “En el retroceso, ella se intenta parar por encima de la situación. La realidad es que ellos son cada vez menos y se dieron cuenta que el desdoblamiento, funcionó”, sotuvo uno de los princiapales armadores de la alianza política que tiene a Kicillof en el vértice.
CFK y Kicillof siguen sin hablarse. El diálogo es a través de terceros, por gestos políticos o por respuetas públicas. Con ese telón de fondo, el peronismo bonaerense intentará ordenarse para no perder la provincia más poblada del país. Nada está del todo bien porque no todo es lo que parece. Esa es la realidad en el medio de las llamas y las pequeñas pulseadas de poder.
Fuente: INFOBAE