En San Martín, Pino dio frutos
El destino quiso que la noche en La Ciudadela terminara con un grito atragantado de emoción. La lluvia caía sin tregua, San Martín de Tucumán jugaba con uno menos y el reloj parecía agotarse, pero el fútbol siempre guarda una última escena. En un instante, Gabriel Hachen ejecutó un centro perfecto y Martín Pino, con un cabezazo electrizante, encendió el delirio en las tribunas. El 1-0 contra Ferro significó más que tres puntos. El desahogo por el gol del cordobés fue total, como si cada gota de agua en el césped cargara con la angustia de una hinchada que necesitaba creer nuevamente.
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Desde el primer minuto, el partido fue una montaña rusa de emociones. Aplausos tímidos, curiosidad por el desempeño de los refuerzos y dudas sobre el plante...







