
La calma habitual de la ciudad de Yerba Buena se vio interrumpida durante el mediodía de ayer, cuando una avioneta debió realizar un aterrizaje de emergencia en un predio ubicado a la altura de Avenida Perón al 1900. La aeronave, que, según explicaron en el Aeroclub de Tucumán, no pertenece ni al club ni a su escuela de vuelo, era pilotada por el instructor José Daniel Sialle y transportaba como único acompañante al pasajero/alumno Julio César Saavedra.
Ambos se encontraban realizando un circuito de entrenamiento cuando, de acuerdo con sus declaraciones en el parte policial, detectaron una falla mecánica que los obligó a realizar un descenso de emergencia. El piloto logró maniobrar la avioneta hacia un terreno libre de obstáculos, donde pudo aterrizar sin que se produjeran lesiones personales ni daños a terceros. Los desperfectos visibles en la aeronave fueron la rotura de una de sus ruedas, producto del impacto al tocar el terreno irregular y la hélice.
Cuando el equipo de LA GACETA arribó al lugar, la avioneta se encontraba dentro de un perímetro de seguridad, custodiada por efectivos policiales. Algunos curiosos se acercaron para observar la escena, mientras el piloto, que al ser consultado se identificó como “Marcelo” (su nombre consta en el parte policial: José Daniel Sialle), prefirió no brindar declaraciones y limitó su respuesta con una frase escueta: “tengo que hablar con los que van a analizar el caso, ustedes se van a enterar después”, enfatizó.
Ante la viralización del hecho y las especulaciones surgidas en redes sociales, el presidente del Aeroclub Tucumán, Lucas Garbero, brindó precisiones sobre lo ocurrido y fue enfático en remarcar que la aeronave no pertenece a la institución que preside. “Es una aeronave privada que se encontraba haciendo un vuelo de entrenamiento. Cuando se detectó la falla el piloto actuó tal como indica el protocolo”, explicó Garbero.
El presidente del Aeroclub se refirió también al desperfecto que sufrió el tren de nariz de la avioneta: “Al pegar con un talud, la rueda delantera se fue hacia atrás, lo que provocó que el avión se inclinara hacia adelante y se arrastrara, impactando con el motor. Pero no fue una caída de punta como se dijo en algún momento. Hay un video que muestra claramente cómo el viraje final está bien hecho y cómo el avión encara correctamente el campo elegido para el aterrizaje”, explicó.
Garbero confirmó que el hecho está siendo investigado por la Junta de Seguridad en el Transporte, como establece el protocolo en estos casos. Según indicó, el avión volaba bajo condiciones legales y contaba con su mantenimiento al día, incluyendo una reciente inspección anual.
En relación a los protocolos de seguridad del Aeroclub, Garbero fue tajante: “nuestras aeronaves cumplen con todos los controles establecidos por la normativa de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), con inspecciones cada 50, 100, 200 y hasta 1.000 horas de vuelo, según lo indique el manual de cada una. El mantenimiento se realiza en fábricas o talleres habilitados, siempre con repuestos originales”, remarcó.
El dirigente también se explayó sobre la preparación de los pilotos: “Nuestra escuela de vuelo tiene estándares internacionales. Contamos con simuladores de vuelo, capacitaciones constantes y un fuerte foco en el manejo de emergencias. De hecho, en la formación, lo primero que se enseña es a resolver situaciones críticas como esta”. Garbero aclaró que incidentes de este tipo no son frecuentes y que, en sus dos años de gestión, no hubo un episodio similar fuera del aeródromo.
Por último, el presidente del Aeroclub defendió el rol de la institución dentro de la comunidad yerbabuenense: “esta actividad le aporta mucho a Yerba Buena. Formamos pilotos, recibimos a colegios en visitas guiadas, y somos la única base operativa para la lucha contra incendios forestales entre Córdoba y Salta. Nuestro aeródromo tiene más de 100 años y está en terreno propio. Entendemos que el crecimiento urbano plantea desafíos, pero siempre hemos trabajado de manera legal y en conjunto con el municipio”, finalizó.
Mientras avanza la investigación para determinar las causas precisas de la falla mecánica, el aterrizaje de emergencia quedará como una anécdota con final feliz. Afortunadamente, no hubo heridos ni daños mayores. Un susto que sirvió, quizás, para recordar la importancia de la preparación ante lo imprevisto.
El aeroclub y los vecinos conviven en armonía
El aterrizaje de emergencia de una avioneta privada en un descampado, a pocos metros del Aeroclub de Tucumán, volvió a poner en discusión el impacto de la actividad aérea en una zona que ha crecido significativamente en los últimos años. Aunque el incidente no dejó heridos y la maniobra se realizó sin afectar viviendas ni personas, el hecho despertó inquietudes en torno a la convivencia entre el desarrollo urbano y la operación del aeroclub.
Yerba Buena experimentó un fuerte crecimiento demográfico en la última década. En los alrededores del aeroclub se instalaron universidades, campus de colegios, centros comerciales, torres de viviendas y oficinas. Esa transformación ha modificado el entorno original donde, desde la década del 80, funciona esta institución aeronáutica.
Ileana Dulout, secretaria de Seguridad de Yerba Buena, subrayó el trabajo que realiza la municipalidad. “El aeroclub está legalmente autorizado, no solo por el municipio, sino también por organismos aeronáuticos. Su pista no colinda con viviendas ni representa un riesgo por su ubicación, la ciudad crece pero sin afectar su funcionamiento”, afirmó antes de agregar el operativo que hicieron por este accidente: “La Guardia Urbana va a custodiar la aeronave hasta que mañana (por hoy), a las 7 de la mañana, lleguen los mecánicos. Antes de cualquier intervención, debe actuar la Junta Investigadora para determinar qué ocurrió”, explicó Dulout.
El evento sorprendió a los vecinos, aunque muchos destacan la normalidad con la que conviven con la actividad aérea. Javier Roldán, residente desde hace 15 años, expresó: “Nunca tuve miedo de que pueda caer una avioneta o algo así”. Gisela López, otra vecina que tiene su casa en Pasaje 2 de Abril y Puerto Argentino, señaló que “antes el movimiento de aviones era más intenso, ahora es mucho más esporádico”, aunque aclaró que lo que molesta son las fiestas nocturnas: “Cuando hay algún evento es tremendo por el tema de los ruidos, pero por lo demás no me puedo quejar”, analizó.
Claudio Moreno, por su parte, indicó que “los aviones no pasan cerca de las casas, siempre respetan su ruta. Entiendo que ellos tienen sus caminos, por ahí a veces esos avioncitos a control remoto son un tanto más peligrosos por las maniobras que hacen, pero no siempre se acercan a las casas”, remarcó el vecino de 33 años, dejando en claro que más allá del crecimiento exponencial de la zona, la actividad del Aeroclub no interrumpe la cotidianidad de los vecinos.
Fuente: LA GACETA